La empatía de ensanchar nuestra consideración, ese detenerse y valorar la concritud matemática y fabulosa de una vida. Tanto más si contamos con opciones que no sólo nos aperturan caminos no antes transitados por uno, y que han de devenir en una experiencia que nos arroja a la vida, a su dinámica, a su disposición, que nos invita a desarrollarnos, a vivir en armonía respetando el derecho, inalineable, de todos y cada uno a la felicidad. La decisión de no aceptar ni demandar nueva producción de plástico, no así tecnopor, etc. como lo primero que sucede antes de toparse con todas las otras opciones que mejoran nuestra calidad de vida y dejan la posibilidad de que otras formas de vida se desarrollen.
Líneas aparte y rebuscando más propaganda que difunde hechos cotidianos que de ser revertidos, han de comenzar a sembrar la calidez y seguridad propia del respeto, no como un deber por las escalas de valores que se señalan autoritariamente, sino como una actitud para con la vida; y claro cómo olvidar mencionar que este vídeo lo compartió en clase de Publicidad un profesor al que quiero agradecer esa generosidad para con el conocimiento. En el intento de dejar los prejuicios olvidados en alguna banqueta, ¡todo es(te vivir es) valioso!
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